Adoptar un perro de una protectora o perrera es un acto de amor y compasión que cambia la vida de un animal. Sin...
Adoptar un perro de una protectora o perrera es un acto de amor y compasión que cambia la vida de un animal. Sin embargo, este noble gesto conlleva una responsabilidad significativa. A menudo, los perros de estos centros tienen un pasado desconocido o traumático, lo que puede influir en su comportamiento. Por ello, antes de tomar la decisión final, es crucial contar con la valoración de un etólogo canino.